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Mayo, mes contra la violencia de género

El refuerzo con los marubo se ha consolidado, tenemos un grupo de 10 regulares, así que todos los días tenemos entre 8 y 9 (siempre hay alguno que falta por algún motivo…). La hermana Adriana me está ayudando mucho y la veo mucho más entregada que el año pasado. Cuando yo no estoy, es ella quien asegura el refuerzo, y en general, está más activa. Tenemos la dificultad de una joven que no lee casi nada, no puede seguir el ritmo del resto, cuando estamos las dos, me pongo aparte con ella para intentar ayudarla, pero creo que tiene además de todo, un problema de dislexia. Internet no me ha dado para realizar búsquedas que nos orienten para ayudarla, voy a pasarme por la secretaría de educación, pero no tienen profesionales especializados. ¡A ver si conseguimos algo entre todos!


Además de esto, durante el mes de mayo he colaborado con la Asistencia Social en la campaña contra el abuso y violencia sexual contra la infancia y adolescencia. Cuando he estado en Atalaya he participado en charlas en las escuelas tanto con niños y niñas más pequeños como con adolescentes y jóvenes. He formado equipo con una de las asistentes sociales que apoya a la red y con la que sé que cuento para estas cosas, y ella cuenta conmigo.


Atalaya está intentando conseguir el sello Unicef, una certificación de las buenas prácticas del municipio para intentar mejorar unos indicadores seleccionados por Unicef sobre niños y adolescentes. También estoy participando de estos encuentros y a finales de junio, el municipio tiene que organizar un foro con los jóvenes. Veremos lo que sale, mientras en las reuniones observo, escucho y aprendo sobre las personas e instituciones municipales, las preocupaciones e intereses de cada cual. Tanto encuentro es un rollo, pero es necesario para conocer la realidad.


A estos encuentros me invitan como articuladora de la Red de Enfrentamiento al Tráfico de Personas. Es curioso para mí que aquí todo el mundo tenga que estar vinculado a una institución. Para mí es curioso y supongo que hasta cierto punto normal esto de las etiquetas y clasificaciones de las personas, pero me hizo, me hace mucha gracia que fueran ellos quienes me han dado un nombre que yo nunca me hubiera atrevido a darme por lo grande que me suena lo que supone: pastoral indígena de la ciudad. Poco a poco lo he ido asumiendo, D.Adolfo el obispo, no tiene problema y yo tampoco, aunque preferiría ser Marta y no tener necesidad de más títulos… Aunque esto supone un reconocimiento y en cierto modo da entidad a mi presencia.


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